Esa búsqueda frustrada de la felicidad, esa constante búsqueda de lo que no tenemos, es lo que no nos permite ser felices. Ese deber ser que alguna vez plantío Aristóteles que todos llevamos dentro, y permanentemente esta acechándonos.
Vivimos en la eterna búsqueda de lo que no tenemos, pensando que así vamos a ser felices, derogando toda nuestra felicidad en algo a encontrar, no haciéndonos cargo de lo que tenemos y podemos hacer con esto. Así nos olvidamos de valorar todo lo que tenemos, que es una inmensidad. Nunca podemos llegar a esa tan añorada felicidad porque siempre nos falta algo, pero pocos entienden que eso que nos falta es lo que nos mantiene vivos, lo que nos mantiene en movimiento.
Si vivimos siempre amargados buscando eso que nos falta, desperdiciamos todo el tiempo que tenemos para ser felices. Frustración tras frustración pasamos nuestros días ignorando todo lo que tenemos. La amargura de buscar la felicidad y no encontrarla nos hace perder la vida misma.
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