Es inevitable llegar a fin de año y no hacer un balance. Miles de momentos, personas, y lugares se me vienen a la cabeza.
Gané personas excepcionales y perdí personas inigualables. Cometí varios errores, y uno en particular, que talvez me haya marcado para siempre. Aprendí que con la verdad muchas veces se pierde pero se gana una tranquilidad impagable, que hay que afrontar los errores, que con cada error uno aprende y crece, que decir un te quiero a tiempo es tan valioso como respirar, que hay que aprender a valorar todo lo que tenemos porque no sabemos cuando vamos a dejar de tenerlo, que la vida es algo mucho más simple de lo que nosotros pensamos, que al final del camino nos damos cuenta de quienes estuvieron siempre y probablemente nos sorprendamos de quienes son, que de cada experiencia se puede sacar algo bueno, que hay que ser fiel a lo que uno siente, que cuando uno hace las cosas bien a la larga siempre termina beneficiado, que con una sonrisa podemos hacer felices a muchas personas, que nadie muere por amor, que todas las perdidas se superan aunque duelan y mucho, que no hay que dejarse llevar por las primeras impresiones, que el personaje nunca le tiene que ganar a la persona, que la felicidad no solo es el amor de una pareja, y muchas cosas más que en este momento no se me vienen a la cabeza.
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